Sobre mi boda (I)

junio 2, 2006 at 21:44 (Sobre mi boda)

Supongo que el primera razón y la más importante fue porque quería y quiero a mi, ahora, marido.

Nos conocimos hace unos tres años, ambos estábamos superando sendos fracasos amorosos. En nuestros primeros encuentros, bastante asépticos, merendábamos en las cafeterías de los VIPS y nos contábamos nuestros respectivos fracasos. Así, poco a poco, comenzó a fraguarse una relación de camaradería. En el fondo éramos dos extraños que compartían su dolor.

Poco a poco, casi sin darnos cuenta, comenzamos a tratarnos todos los días. Formábamos un grupo de apoyo de dos. Era muy gracioso. Yo permanecía a su lado cuando simplemente no le apetecía hablar y el a su vez estaba allí, siempre estaba allí, cuando yo estaba triste y no quería pensar en nada.

Desde luego podíamos ver nuestros casos en el otro y se producían muchísimas conversaciones sin palabras. Así, poco a poco, surgió el cariño y la necesidad. Yo siempre tenía tiempo para escucharle y darle consejos o para poder tomarnos un café. Y él no escatimaba su tiempo para tratarme y escucharme.

Así pues comenzamos a salir de vez en cuando a tomar algo y sin ponerle nombres y apellidos comenzamos una relación.

Como ya he dicho, yo estaba pasando una mala racha, continuamente sentía la Nausea en mi interior y todo en mí había perdido el sentido. Apenas creía en la vida y la gente y todos mis grandes ideales habían volado. Pero, no sé como, él lograba vencer todas mis defensas y siempre estaba ahí, dispuesto a lo que fuera.

Es un poco tozudo, mi marido, desde el principio supo que me quería y que haría lo que fuese por mantenerme a su lado. Y así fue, por estar a mi lado recorrió todas las secciones y tiendas de cosmética a las que iba, me aguanto cuando hasta cuando yo era incapaz de aguantarme. 

Sea como fuere de un tácito cariño, pasamos a una pasión sosegada, de esas que calientan el corazón pero que ni queman ni arrasan.

Con el tiempo, decidimos vivir juntos para poder vernos más. Y, poco a poco, fui introduciéndome en sus círculos familiares. Todo era como tenía que ser, éramos un buen ejemplo de hortonormalidad.

Por primera vez en mucho tiempo, un hombre me confiaba toda su vida y yo procuraba y sigo preocupándome por él. Desde el principio conocí todo lo bueno y lo malo de él y viceversa y pese a ello le quería y él me quería.

Muchas cosas divertidas nos han pasado en común y también muchas cosas no tan buenas. Por todo esto comenzamos escribir nuestra propia historia de amor y a usar el plural cuando hablamos de nosotros mismos. En fin, éramos y somos ese animal bicéfalo que son los amantes, como decía Lawrence Durrell.

Así pues, y como las cosas evolucionan, decidimos pasar por el juzgado para constatar lo que ya era un hecho evidente.

Enlace permanente 8 comentarios